INFORMACIÓN DEL COLECTIVO
1.- DATOS IDENTIFICATIVOS
Nombre de la actividad: Danza de cintas de San Diego de La Laguna
Colectivo: Danza de cintas de San Diego de La Laguna
Fecha constitución: No se sabe exactamente, en torno a 1902 o antes
Fecha de Celebración: Víspera de la Romería de San Benito, procesión de la noche y Fiestas de San Diego
2.- DATOS DE LOCALIZACIÓN
Lugar: Ermita de San Diego
Municipio: San Cristóbal de La Laguna
3.- DATOS DE CONTACTO
Representante: Jesús Viera Báez
Teléfono: 606096982
Email: Jvbaez@ull.edu.es
4.- HISTORIA-DESCRIPCIÓN
La Danza de San Diego nacería como un voto o promesa al señor de Las Peñuelas o al Patrón de La Vega, como era conocido San Diego del Monte hasta hace muy pocos años. El compromiso consistiría en acompañar al santo en su trasiego procesional habitual en los recorridos por los contornos y de participar en los actos destacados de la fiesta. Existen testimonios escritos y orales de que existía la “Danza de San Diego”, con este nombre ya a mediados del siglo XIX y hay referencias que afirman que en 1906 la “danza” agasajó al rey Alfonso XIII, cuando visitó la ermita de San Diego, el 27 de marzo de 1906. Lo recibió en la entrada de la finca y lo acompañó hasta la entrada del recinto religioso.
Al Patrón de la Vega le bailan doce danzarines a ritmo de tajaraste con el redoblante, un tambor habitual en la época de las milicias, que se popularizó entre la población a través del servicio militar y que vino a sustituir al tambor de “caja estrecha”, “mucho más ronco y menos juguetón”.
Con la danza se oye el repiquetear de las “castañetas”. Éstas eran trabajadas con maderas de todo tipo, desde el moral hasta el brezo. Se atan solo al dedo corazón y se repican con el pulgar, “nunca con la palma de la mano”. Los últimos artesanos tradicionales, residían en Las Canteras y en Las Mercedes y elaboraban las castañetas de las danzas de Tegueste, Pedro Álvarez, Las Mercedes, Los Genetos y Los Baldíos, entre otras.
Actualmente ya éstas no se usan tanto, sustituidas por las castañuelas, sobre todo las pequeñas, de estilo andaluz. Las castañetas han viajado de mano en mano de generación en generación.
La Danza de San Diego viste de devoción y de alegría sus giros y ritmos; disfrutan de un tajaraste característico de la comarca, que comprende La Laguna, Anaga y Tegueste y que les diferencia del de Agache, Güímar, Altos de La Orotava, Icod o Bandas de Isora. También se completa el danzar con la isa y el pasodoble, que destacan en los momentos principales de la entrada a la iglesia. Con estos toques se honra al santo patrón, San Diego, mientras se “desnuda o se viste el palo” con las cintas. En ocasiones la danza con su solo palo se ha desarrollado “doble” o “triple”, pudiendo bailar hasta treinta y dos componentes con un mismo palo.
El relevo generacional se aprecia sutilmente en el baile, pues lo que se inician practican una simplificación del paso tradicional: la pierna levantada es la que marca el “acento y el tiempo”; a la vez que los más avezados marcan el “acento” con “pierna a tierra a contratiempo”. A la alegría de los bríos de la danza, la vestimenta le ofrece una estampa multicolor, con cintas que, según la tradición, a principios de siglo en algunos momentos en los habituales “sombreros de domingo” se usaron cintas de colores. Eran adornadas con llamativos bordados, muchas veces con motivos vegetales, combinándose el pantalón azul marino con la camisa blanca, antiguamente llamada, por su limpia sobriedad “la de los entierros”.
A lo largo de su historia han pasado muchos “ensayadores” por la Danza, si bien los que se recuerdan han dejado su impronta en el colectivo.Los de la familia Castillo, Manuel Dorta o los Viera. Buen recuerdo dejó Chano Viera, quien la dejaría como hoy la conocemos.
Danzar y observar cómo la imagen se acerca a la puerta de la iglesia, es una sensación inigualable. Es el momento de cumplir las promesas y revivir los votos, de agradecer las ayudas recibidas, es la evocación de los familiares y amistades fallecidas en un momento íntimo y místico. Y en eso “La danza», rodilla en tierra, saluda al señor San Diego, esboza su personal plegaria ¡para luego saltar con júbilo en el efusivo tajaraste!